sábado, 6 de diciembre de 2014

Cómo morir en el intento


Como una tormenta de verano que nos despierta del sueño de la vida, como despertar en la estación equivocada y haber perdido la maleta, como quien se encuentra una maleta muy pesada y no sabe qué hacer con ella. Las primaveras se rieron de nosotros con gotas de lluvia y flores llenas de sangre. Corrí, corrí y corrí, mis pulmones gritaban. Encontré tu mirada perdida bajo rayos de sol intentando traspasar las nubes, que se rendían. Como tú. Los zapatos puestos, la camisa tirada en las vías del tren, mi revolver en tu mano izquierda. Aun puedo verte, apretando el gatillo sin mirar, mirándome a mí.
Volví hacia atrás siguiendo el campo de almendros desnudos, dos pasos y un disparo atrás. Mi cabeza no podía pensar con claridad, no lo impedí, ni hice amago de hacerlo. Al fin y al cabo, ¿quién es quién para coartar la libertad de elección de alguien?. ¿Qué le dices? Que la vida es bonita ya lo sabemos todos. Y no lo sabemos ninguno. No resulta convincente predicar algo en lo que no crees y opté por respetar su decisión sin influir lo más mínimo. Vivir muerto o morir vivo. Esa era la cuestión.

Me sumergí en el río esperando verle en otra vida.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Noviembre del 2014

Creíamos que siempre nos quedaría tabaco para amenizar esto a modo de consuelo, pero nos acabamos fumando a medias con el viento las mañanas de amor, las prisas y los abrazos, las esperas en la estación, la misma canción bluesera en nuestros cocos, los finales y los vuelta a empezar. Jarrones rotos con lo que coloreamos arco iris y una ventana abierta que denotaba la fragilidad de éstos cuando entraba algo de aire para recordarnos lo que queríamos evitar. Se fueron, con el viento, y llegaron las palabras de verdad. Y concluimos, estamos bien. Estamos mejor que nunca, cada uno en su canción.

lunes, 7 de julio de 2014

Veintidós bombines más tarde.

Hasta hoy mis intentos de no parecerme a ti, como me advertiste. Nunca seas como yo, decías. A veces cuando me despierto, te oigo pronunciarla y nos veo en ese balcón al que nunca me llevaste.
Me lavo la cara y salgo decidida, es lunes. Mario me abraza, me rodea la espalda caminando tras de mí, guiándome a mí, y nos adentramos en los subterráneos en busca de un bombín que me quede bien. Mario cree que todo me queda bien. Veintidos bombines más tarde, y una blusa de flores, la llamada de Pau nos llevó a comer unos huevos rotos.

En una de las calles más vivas del centro, le vi. Vi a Roger y corrí hacia él.
Ahora vengo, Mario, no me dejes. 
En el tumulto de viajeros en manada con rumbo fijo y desconocido me adentré. Estaba apenas a dos metros de mí y, sin embargo, sus pupilas se dejaron ver cincuenta minutos más tarde. Me costó llegar hasta él, todos me empujaban de un lado a otro, mientras él, sin mirarme siquiera, se abotonaba la camisa y se la planchaba con las manos. Mario me miraba como si fuera a morir y le aparté. Abracé a Roger, le quería, le quiero. Noté sus brazos pegados a su cuerpo, le cogí las manos y me apartó con cuidado, con el ceño fruncido y la nariz arrugada.

-Celia: No, no puedo creérmelo...¿Qué...qué haces aquí?, Así, sin avisar, cuéntame, me moría de ganas de volver a verte. ¿Vacaciones por placer o por trabajo? No, no me lo digas. París te decepcionó, lo sabía. Has vuelto para quedarte. No puedes viajar con expectativas, nunca, nunca se cumplen, Roger, París es para los enamorados y cuéntame más, cuén...

-Roger: Lo siento, lo siento, no... ¿De qué...de qué nos conocemos?

-Celia: Yo estoy muy feliz, ¿Sabes? Estoy bien, ahora vivo en las afueras con Mario. Mario me adora. Creo que he crecido.

-Roger: Me alegro. La ciudad a cierta edad nos aburre y nos retiramos al campo. Por cierto, me suenas, me suenas, pero no logro ubicarte. ¿Quizás en un concierto? Sé que eres de aquí del norte, eso seguro... (Sonreía confundido)

-Celia: ¡¡¡Roger!!! Soy yo, yo. Soy yo, soy yo, soy yo. Roger, soy yo...

Celia no entendía.
Roger la miraba atónito.

-¿Tú...?

-Celia: Yo, tócame (se acaricia el brazo, el hombro, el cuello y vuelve a bajar, se aprieta la muñeca derecha y se la muestra) ¡Tócame, Roger! (Grita)

-Roger: Me encantaría tocarte pero a las personas que no existen no se les puede tocar. No puedo tocarte porque no existes.

Celia le toma de la mano.

-Roger: Lo siento. (Con la mano en el corazón)


Mario y Pau cogieron a Celia en brazos. Temblaban sus piernas y se ahogaba su voz.
Mario: Pequeña, no llores. Besaba su frente apartándole el cabello de la cara.

Pau: Volveremos a inventarte, tranquila, es la ventaja de ser un producto de nuestra imaginación, serás quien tú quieras, dime, Celita, pero no llores, ¿Quién quieres ser?

Mario: ¿Quién quieres ser?

La cabeza de Celia estaba llena de disparos.

¿Quién soy?

jueves, 19 de junio de 2014

Dosis de litio y una cama vacía

Nos miramos en el espejo para dilucidar si era fruto de la luz del aseo. Del pasillo. De mi cama. Salimos a comer.
Ellos miraban con desconfianza nuestras pintas, nuestras ropas olían a cuerpos privados de agua y jabón. Ellos dejaban a su paso el aroma a perfumes caros. Continuamos por el barrio de las letras y entramos en uno de esos restaurantes gallegos con menú del día, tú optabas por algo más clásico de la carta. No podía quererte y las razones no estaban en mi cabeza. Horas más tarde, sucedió lo inevitable. Te arrastré hasta el piso de Mario y salí corriendo sin saber adónde hasta que mis pequeños y ennegrecidos pulmones gritaron y amenazaron con cerrarse.
Entonces, se instaló en mí de nuevo. Eran los días vacíos.
Ya no había flores que regar, ni regalar.
Me perdí y mis labios pegados pronunciaban un “ya te llamaré”cada noche.

lunes, 5 de mayo de 2014

Procrastinar

El cielo cobró el sentido que había perdido la vida de Roger.
El comerciante ambulante, aparte de afilar cuchillos y demás menesteres punzantes, cumplía la función de despertador todas las mañanas de domingo. Volvieron las flores a adornar los balcones en los que se apoyaban los abuelos lamentándose de la procrastinación imperante en sus largas vidas mientras fumaban una pipa y escuchaban de fondo a sus mujeres, las cuales entre esquinas competían entre artritis y prótesis de cadera. Los ojos tristes de la camarera que le servía el americano a primera hora y a media mañana tenían un color distinto, ahora se despedía deseando un buen día a todo aquel que pisara su cafetería y ahogar la muerte de su marido en botellas de vino por las noches pasó a otra vida peor. Su vecino, aislado del mundo y recluido en el edificio, convencido de la amenaza que suponían los chemtrails para su integridad, aseguraba verle salir todas las mañanas a las 7:12 a través de la ventana de la habitación de su hija. Roger cerró la puerta a la vez que se encendía un cigarrillo y pensó entre sí que si aquel buen hombre conocía su rutina, sus días habrían de ser igual de monótonos.
El sol no se atrevía a salir y se retrasaba.

sábado, 12 de abril de 2014

Llego y pienso en algo más lineal
sin la sensación de frío de las baldosas de este sitio y
con la espuma del cortado en tus labios.
Pienso en que tienes razón y quien no entiende soy yo, que no volverán las risas entre las sábanas ni los cuentos de buenas noches, ni cantaremos a grito pelao en la ducha, ni porqué te necesito si he vivido veintitrés años sin ti.

viernes, 4 de abril de 2014

Un rioja.

El disco está rayado, alguien susurró desde el balcón. Me picó la curiosidad y subí. La puerta estaba entreabierta y, al fondo del pasillo, Fellini y Gregorio estaban tirados en el suelo, a punto de descorchar un rioja del 77 para amenizar la espera. Me esperaban a mí. Y ni siquiera tenían tocadiscos. Ni discos. Tarareaban canciones de Hope Sandoval y me preguntaron cuándo volverían los jilgueros.

jueves, 3 de abril de 2014

El banquete final.

Para él fue algo así como para ti la elección del banquete de la boda que no sueñas, o de cómo te vestirás mañana. Ahora, hay ceniza por todo y ellos, enfadados, repiten que la vida es bonita y gritan, todavía no entienden. Ellos dicen creer en la libertad pero siguen sin ver la máxima expresión de la misma en aquella bañera.
 
 

miércoles, 2 de abril de 2014

Cosquillas en la nariz.

Mi bicicleta tenía una ruedecilla menos
y el buen tiempo nos invitó a perdernos por allí.
Gritabas que no me separara de ti en carretera.
El sol nos cegaba, brillaban nuestras frentes.
Los almendros en primavera nos hacían cosquillas en la nariz,
pero no queríamos regresar.
Nos esperan para comer.
Salieron los caracoles y no levanté la vista del suelo para no hacerles daño.
No recuerdo un segundo de silencio.

martes, 1 de abril de 2014

Sin destino

Las maletas albergaban el desorden de nuestras cabezas, corrimos sin saber a dónde. Perdimos los abrigos en la estación de partida. Siguen aquí medio cerradas y bajo la cama hay demasiados cristales que alguien debería barrer. Dos cafés fríos en la mesilla.

domingo, 30 de marzo de 2014

Octavas

Siete, siete, siete, disco rayado. Repetían en voz baja mientras agonizaban en la cama rodeados de botellas de vino barato rotas y papeles indescifrables cuando lo que anhelaban llegó inesperadamente de una forma distinta a cómo se lo esperaban. Llegó y cantó un rato bajo el cielo de asfalto sin música celestial ni nada parecido a lo que habían soñado durante los últimos años. Era el preámbulo de la octava curiosidad, letal para quiénes la encontraban. Entonces, se ataron con más fuerza las cadenas y cerraron los ojos con el deseo de no despertar jamás, meras pretensiones de hacer eterno lo efímero.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Déjame.

Déjame decirte que esto sigue igual en otro lugar y que el cuadro que odiabas, lo he vuelto a colgar, a mi manera, ¿a la tuya?
Y que hoy me iré tarde a dormir, deduzco que tú te levantarás temprano.

lunes, 24 de marzo de 2014

Y aquí estás, sentada y de paso. El café de la semana pasada sigue olvidado al pie de la cama, y las colillas encubren el incienso de pachuli. Las cajas te las llevarás, llevas dos años sin abrirlas, de un sitio a otro, de un sitio a otro. Pesan. Los relojes hablan de segundos y no perdonan, el minutero te recuerda que nada permanece en el tiempo y te atormenta que la ilusión de estabilidad que mantiene al mundo esperando en un paso de cebra eterno se apodere de ti.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Cuando algo parecido a un Dios les soltó un inteligible sermón que no supieron descifrar, sus perfectos cuerpos quedaron semipetrificados y se abandonaron en un aparente silencio. Fumaron como descosidos porque decían que el mañana era un invento de los que procrastinan. La cucharilla de B temblaba.

martes, 4 de marzo de 2014

¿Qué hay?

La presente nulidad del deseo que nos acarició algún día, efímera nostalgia transformada en contacto vacío, evidencia de la no-expresión del error, de la mutua represión del afecto que culminó en una lápida sin epitafio.

lunes, 10 de febrero de 2014

ÉL y ella.

Impasibles ante su reflejo deteriorado, él cuidaba sus muñecas como propias, las lavaba con el amor que ella ya había perdido y las apretó hasta que salió el sol sin la fuerza que no supo esconder.
Sus ojos gritaban. Pesan las pestañas.